4/5/17

Petición caprichosa.

No preguntes por mí cuando tus pies comiencen a dar pasos y avances. No lo hagas porque me pitarán los oídos y no podré evitar la fusta del recuerdo golpeándome el pecho sin ninguna piedad. Si te vas, si es un hecho, cierra la puerta de golpe, atráncala, empotra un armario al otro lado, lo que se te ocurra mientras logres hacer que no pase el viento, ni tú.
Te pido, como el último capricho de la que alguna vez fue tu niña consentida, no ser capaz de salir de dónde me has dejado, porque, de hacerlo, correré en una dirección que no deseo y sí, cariño, esa es la tuya. Porque así, emocional y estúpida, tiendo guiarme siempre hacia el caos aunque en el fondo de mí sepa que para dejar de caer al vacío primero tengo que dejar de saltar a él. Cuántas veces lo habré hecho, cuántas son las que me habré suicidado por ti y cuántas la que mi ser, casi fantasmal, sería capaz de seguir ofreciéndole al diablo por un segundo compartido contigo.


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