28/1/17

Verdad.



Es que, niña, has crecido libre y lista
pero tragando una mentira tan universal que parece verdad.
Ni la cama, ni la puta se llevan bien,
no les atan las sábanas
les ata el deber
por eso bailan juntas hasta cuando nadie las mira,
y me vas a guardar el secreto
pues me niego a ser quemada por el mundo ciego
a consecuencia de tener opinión propia
y ser hija de las brujas que no lograron arder.

27/1/17

Palabras a tristeza.



Suspírame en la nuca, tristeza,
escríbeme tu nombre
y con besos
píntame la tortura más dichosa.
Que de ti no quiero olvidarme
aunque hasta mi nombre desconozca un día,
que necesito encontrarte siempre
aun si yo siempre me halle perdida.

Te besaría pues, las lunas,
compañeras de tus ojos
y dueñas de los mares,
les cantaría entonces
para que aclarasen y
reviviesen a Morfeo,
encendería velas inocentes,
y apagaría los incendios que te queman.

Quiero que mis manos ciegas
obliguen a las manos que te asfixian huir y ahogar a otro,
así ese otro fuese yo mismo
que rara vez necesito aire
que rara vez lo hago si estás.

No importa si no respiro
pero acerca el cuello,
mi templo perdido de dos lunares,
que sólo allí ha de morir mi boca
si ha de morir.

Vaciando(me).



He perdido el yo desde ti
Me he abandonado como Roma alguna vez
con la diferencia de que a mí
nadie me llora.

Me he deshabitado para instalarme entre tus palmas
y siento prematuramente cómo la esencia se me va
y no sepo a nada.

La libertad abraza entonces
y se queda en la estación.

Se va el tren
y con él
el aroma de todas las flores.

26/1/17

Hija del bosque.


Quizá siempre fui de este bosque, del otro lado, el frío. Puede que haya nacido, entonces, de la llovizna y la guerra entre lobos, de las gotas que lloran las ramas después de la tormenta.

O de la tormenta.
Sí, a ella la siento madre
baila con tanto brío como yo no sé mover las caderas.

Entonces, entonces es ella.
Lo es. Soy hija de ese desastre,
soy lo que queda cuando pasa el huracán,
los restos,
el polvo,
la ceniza,
que puede quedarse en tierra y morir
o ser libre y tender hacia arriba.

Oh, desgracia,
porque eso dependerá de otro,
dependo.

De la furia de mi padre,
de su resurgir.
Viento, azótame, estoy aquí,
sóplame y haz que cruce este río.

Viento, viento, rugeme aire
que soy tu hija la frágil,
la que dejaste por error en este bosque.

Mi nombre, si nunca lo supiste, es catástrofe
y me he bautizado sola,
con gritos de gente huyendo, alaridos, sangre.

Ciudad muerta.

Porque lloramos,
sobre las almas esclavizadas a las que
observan nuestros ojos desde arriba,
aquellos azotados presumiendo de sus máscaras,
de su libre albedrío para nada sesgado,
para nada corrompido,
para nada manipulado.

Cariño, se está cayendo la ciudad a trozos
y esos trozos les están cayendo encima,
con supuestos gobernantes
y mentiras barnizadas,
grandes diamantes
y guías hacia el caos
para todos los ignorantes que creen,
y ciegos,
se dejan soplar por cualquier viento.

Quiero una eternidad para los escépticos,
los que miramos,
los que sabemos
porque vemos más allá de lo visible
para los postrados a los pies de mentirosas soluciones,
amando sus cadenas,
adoptando collarines.

Heridas.


Imagina por un segundo
un mundo
en el que todo el dolor que llevamos dentro
se escribiera en nuestra piel,
se convirtiera en heridas.

Y dime qué ves
porque yo sólo veo
personas sangrantes
supurando y muriendo
por cualquier esquina.

Somos un experimento social,
un dolor eterno e incondicional.

Los hay quienes vivimos por miedo a morir,
los hay quienes morimos por miedo a vivir.

Mar.


Ardor de mis heridas,
salada cual mar
Amor de incontables vidas
menester para mi sed saciar.

Chocas contra rocas
y te das muerte en mis labios
pero eres
y seguirás siendo.

Con subidas y bajadas
pero estás,
siempre estás.
Por eso te necesito.

Porque soy la luna que te mece
la tormenta que te llena,
la oscuridad que adormece
con ósculos tus crueles sirenas.

¿De quién seré si no es de ti?
¿cómo se vive a la deriva
siendo un navío hundido?
Si sereno con cantares
tus maremotos sombríos.

Para ti
me desnudo el alma en cualquier playa,
te busco en cualquier desastre natural.

¿De quién seré si no soy tuya?
no me hagas tocar tierra,
mejor ahogame,
Mar.

Destino.




Tengo un pasaje dirección a quererme más a mi que a tu fría indiferencia
y titubeo en la decisión de si coger o no el vuelo hacia un lugar que no sean tus piernas.
Lo he estado dando vueltas y he llegado a la conclusión de que lo barato sale caro y bueno,
habría cogido un billete en dirección a cualquier parte
mientras no me llevase de vuelta a ti.

Esta noche voy a estar sola y pienso disfrutar de ello
porque soy la única persona que nunca me va a faltar
y porque no te echo para nada de menos.
Suena a calumnia, lo sé, pero jamás hablé tan en serio,
tengo los dedos de frente y por fin entiendo que es una gilipollez querer al invierno.

Tú, tan clara, suave y delicada,
tan dañina, tan cortante,
creo que eres la época más amarga porque cada vez que digo adiós
me ruegas cinco minutos más y yo me acabo quedando,
toda la noche,
toda la vida.


Pero es que solo sabes querer a ratos, cuando te apetece.
Ciegas con palabrería barata
y sacas el tablero aun sabiendo que yo no sé jugar, y me pierdo.
Por eso me voy,
porque inyectas veneno cada vez que miras
y porque no dejas de añadir puntos suspensivos a esta historia macabra destinada al fracaso.

Solo te voy a pedir una cosa y es sencilla;
si algún día me ves a lo lejos, no importa cuánto tiempo haya pasado…
No te atrevas a pedirme cinco minutos para hablar y actualizarnos porque no sería capaz de negarme.

Y otra vez la estaríamos cagando.