Mileven reencuentro.

Un día más, una grieta más en el pecho, un llanto, una pelea... Me sentía totalmente agradecida respecto a el alojamiento y vivienda que mi nuevo padre adoptivo me brindaba a pesar de no entender del todo cómo podía cederse la autoridad de un niño mediante unos papeles, sin embargo, debía reconocer que nuestra relación era una montaña rusa. En una ocasión estábamos en la cima, comiéndonos el mundo o los waffles, riendo familiarmente y en otra nos odiábamos a gritos, peleábamos. Yo, por mi parte… lanzaba todo por los aires, nos hacíamos daño en aquello que tarda más en sanar; los sentimientos. Entonces había ocurrido. Hopper me había gritado, yo le había gritado aún más y se había ido dando un portazo. ¿La razón de aquél conflicto? mi poca libertad. Después de tanto tiempo encerrada, siendo solo un número, un experimento… habiendo podido salir de la tortura como si fuese un milagro, anhelaba ser dueña de mí misma y salir y entrar en casa cuando quisiese. Y, sobre todo, por encima de todo, ver a quien yo quisiese sin limitaciones. Ver a Mike, siempre a Mike. Él sabía cómo traerme paz. Me limpié las lágrimas con la manga y me amarré una venda en los ojos. Aquella teletransportación por dimensiones era dolorosa y derivaba en muchas jaquecas, pero no me suponía un gran esfuerzo si lograba mi cometido: poder sentir cerca a Mike por unos instantes y sosegar las turbulencias de mi pensar. — ¿Él? ¿estés ahí? —Escuché la voz del castaño entre aquella inmensidad negra y la seguí con desespero. — Estoy ¡Mike, estoy aquí! —Grité fuerte, para que mi voz pudiese traspasar las dimensiones y llegar al walkietalkie que Mike, seguramente, tenía entre las manos. Poco a poco pude vislumbrar la figura del chico y me agaché para estar más cerca de él. — Mike, estoy aquí. ¿Me oyes? —Acerqué muy lentamente mi mano a su cara para rozar su mejilla evanescente. La imagen que aquella realidad me daba era similar a un holograma, no podía sentirle realmente y eso me hería como fuego. Él tampoco podía hacerlo, mi poder solo era capaz de hacer viajar mi voz hasta sus oídos, pero no podía verme.

La pesadilla se repetía noche tras noche. Lo que más me desagradaba (y dolía) era que aquello, realmente sucedió y no se trataba sólo de un mal sueño, sino, de una realidad desgarradora. Le había visto desaparecer frente a mis ojos. Aquella imagen, su cuerpo desvaneciéndose junto con el del monstruo me perturbaba, a pesar de que había pasado ya cerca de un año.
Día a día suplicaba por una señal de su parte, necesitaba verle; la poca estabilidad que quedaba en mí desaparecía poco a poco. Por ello siempre recurría al lugar donde solía dormir, llamándole a través del radio. — Ce. ¿Estás ahí? Sabes que jamás hablaré, nunca les diría dónde estás. Hubo momentos en los que me desesperaba no oírle, porque sabía que ella seguía ahí, le podía sentir de alguna manera. Además estaba totalmente seguro que le había visto a través de la ventana el día que desapareció, no se trataba de un espejismo (como creí por un par de meses) y eso me daba esperanzas que siguiese allá fuera quién sabe dónde. — Mike, estoy aquí. ¿Me oyes? — No sabía si era una alucinación de tipo auditiva o qué, por lo que me mantuve en silencio un par de segundos mientras intentaba volver a la realidad. — Ce, dime que esto es real. — Tragué saliva con dificultad, esperando por una respuesta afirmativa y quizás un pellizcón en el brazo.
Copito❄️
Escuchar la contestación del castaño hizo que sintiese una calma en el pecho tan bonita. Carraspeé un poco y le respondí: — Mike… soy yo, sí. Es real, soy real. —Confirmé con una sonrisa. Sorbí con la nariz y me limpié con el dorso de la mano las lagrimas que anteriormente, tras discutir con Hopper, se habían instalado en mis pestañas y mejillas—. Quiero verte, necesito. A veces, aún me costaba expresarme y lo odiaba con todas mis fuerzas. Por mi cabeza pasaban un sinfín tan amplio de pensamientos que no podía exteriorizar por carencia de conocimiento sobre el léxico. Era agotador y me causaba impotencia. — ¿Podemos vernos? Quiero, quiero. —Clamé con cierta desesperación—. ¿En el bosque? ¿sí? ¿de acuerdo?

Sonreí inconscientemente al escucharle, pero aquel sentimiento de "alegría" desapareció al oír con detenimiento el su tono de voz, parecía tener una crisis. — También quiero verte, Ce. ¿Has estado llorando? — Tensé la mandíbula ante la simple idea de verle en un estado deplorable. Ella estaba allí, sola e indefensa, enfrentando al mundo por las suyas. — ¿En el bosque? — ¿Realmente estaba aquí, tan cerca, todo este tiempo estuvo ahí? Tenía muchas dudas e ideas rondando en mi cabeza por lo que no atiné a decir algo más hasta estar seguro. — Sí, de acuerdo. En diez minutos estaré allí. ¿Dónde te veo, específicamente?
Copito❄️
— No sé dónde, no sé cómo llamarlo… —Realmente desconocía la manera en la cual concretar un punto del bosque, pero sabía que podía lograr que me encontrase si utilizaba mi poder—. Sentirás donde estoy, tu ve. Te necesito. Me quité la venda de los ojos y di una bocanada de aire. Estaba ocurriendo ¿estaba ocurriendo? ¿era real? ¿por fin iba a romper el tan tortuoso trato de Hopper? Sí, efectivamente. Lo iba a hacer, ya estaba saliendo por la puerta, con un gorro de lana y una chaqueta de cuero. No había marcha atrás. La prisa era infinita, tanto que había olvidado limpiar la sangre de mi nariz, tanto que no me había planteado cómo volver, cómo entrar en casa de nuevo careciendo de llaves. Pero no importaba, entonces nada importaba más que una cosa y aquella era el foco principal: ver a Mike, sentirme bien de nuevo a consecuencia de verle. (…) No venía y tenía tanto frío. Cerré los ojos, escuché en mi mente sus pasos y le llamé. No tardaría demasiado.
— Te veo allí, Ce. — Murmuré dejando el radio de lado. Seguía sin saber si aquello era real o si se trataba de un sueño, pero no perdía nada con ir a su encuentro, realmente le extrañaba. Salí del sótano lo más rápido posible, fui por mi bicicleta para así llegar más rápido, pero al instante me arrepentí. Tomé una bocanada de aire y comencé a correr. Pronto estaría en el bosque para ver a Once después de muchísimo tiempo, y no sabía cómo reaccionar. Le sentía, sentía ese magnetismo que me impedía estar lejos de su persona, aquella atracción inevitable se acentuaba aún más mientras corría; mis pies parecían ser guiados por un imán. Cuando estuve a un par de metros de su frágil cuerpo me detuve. — No sabes cuánto te he extrañado. — Murmuré intentando controlar mi respiración.
Copito❄️
Un gesto de cariño humano, aquél que aún no conocía demasiado por haber carecido del mismo durante mi desarrollo infantil: un abrazo de verdad. Sin embargo, me nació como instintivamente. Al ver al castaño, mis pupilas se dilataron en demasía y mis lacrimales volvieron a aguarse, pero no lloré esta vez. Tan solo corrí hacia el cuerpo ajeno y lo estreché entre mis brazos, con fuerza y desesperación, como si tratase de esconderme en él de todo lo malo que acontecía al rededor de mí persona. Escondí la cara entre su cuello y hombro y pronto nacieron hipidos que, también pronto, fueron convirtiéndose en calma y silencio. Él era mi utopía. Desconocía el motivo, desconocía qué era aquél sentimiento que desbordaba en mi pecho, aquella energía que corría por mis venas como si mi anatomía fuera una central eléctrica. Necesitaba realmente estar cerca de él, tener contacto con su piel. Y por fin podía. Tantas veces escuchando su anhelo desde "el lado oscuro", tantas veces tratando de estar a su lado sin estarlo del todo. Me fui separando poco a poco, pero en ningún momento dejé demasiados centimetros de frío entre nosotros. — Estaba con Hopper, él cuidaba de mí. —Murmuré—. Pero no debes enfadarte ¿de acuerdo? Solo quería... protegernos.

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